Historias de la Biblia hebrea
EL GRAN BARCO QUE SALVÓ A OCHO PERSONAS

Historia 3 – Génesis 5:1-9:17
Después que Abel hubiera muerto y su hermano Caín se hubiese ido a otra tierra, Dios les mandó otro hijo y lo llamaron Set. Adán y Eva vivieron muchos años y tuvieron otros hijos e hijas, después de eso murieron tal como Dios les había advertido cuando comieron del árbol que les había prohibido. Cuando Adán había muerto, había mucha gente en le tierra; los hijos de Adán y Eva tuvieron hijos los cuales tuvieron hijos y éstos tuvieron más hijos. En esos tiempos la gente vivía por más años de lo que viven hoy en día. Muy pocas personas viven por cien años hoy; pero en esa época cuando la tierra había empezado, era muy común que vivieran por ochocientos o novecientos años. Así que después de un tiempo, esa parte de la tierra donde vivían los hijos de Adán, se pobló mucho.

Lo triste era que al pasar el tiempo, la gente se convirtió muy malvada y muy pocas personas eran buenas. Todos vivían en el mismo lugar; pocos fueron a vivir a otras tierras. Los hijos de las personas buenas y nobles aprendieron la maldad de su alrededor. El Señor vio que la corrupción del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos eran para hacer el mal. Aunque la mayoría de las personas eran malvadas, había muy pocas que hacían lo correcto. Uno de esos pocos hombres era Enoc, (no era el hijo de Caín, sino otro Enoc). Él vino de la familia de Set el hijo de Adán que nació después de la muerte de Abel. Enoc hizo el bien por trescientos años y caminó fielmente con Dios a pesar de que no había personas buenas a su alrededor. Cuando tenía trescientos sesenta y cinco años, el Señor se lo llevó al cielo y desapareció, en otras palabras, no murió como otras personas. Enoc dejó a un hijo llamado Matusalén del cual no se sabe mucho con la excepción que murió cuando tenía novecientos sesenta y nueve años; esto lo hace el hombre más viejo de la tierra. Matusalén murió finalmente como su gente con excepción de su padre Enoc, para este entonces había mucha maldad y violencia en el mundo. Y Dios dijo: “Voy a borrar de la tierra al ser humano que he creado porque hay mucha maldad en el mundo”.

Sin embargo, Dios vio a Noé, un hombre que caminaba fielmente con Dios como su padre Enoc. Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Dios le dijo a Noé: “He decidido acabar con toda la gente, pues por causa de ella la tierra está llena de violencia. Así que voy a destruir a la gente junto con la tierra, pero tú y tu familia quedarán a salvo porque has caminado fielmente conmigo”. Después Dios le dijo cómo salvar las vidas de su familia; tendría que construir un bote muy grande, del tamaño de los barcos más grandes de hoy en día… como una casa grande de tres pisos que flotara en el agua, a este tipo de bote se le conoce como “arca”. Dios le dijo a Noé que tuviera el arca lista y esperara hasta que la hora llegara. Dios le dijo: “Porque voy a enviar un diluvio sobre la tierra, para destruir a todos los seres vivientes malvados bajo el cielo. Todo lo que existe en la tierra morirá. Haz que entre en el arca una pareja de todos los seres vivientes, macho y hembra: de aves, de ganado y reptiles; animales que el hombre necesitará para sobrevivir, para que el hombre y animales sobrevivan en la tierra después que pase el diluvio. Recoge también toda clase de alimento suficiente para un año para ti, tu familia y para los animales”.

Noé, su esposa, sus tres hijos Sem, Cam y Jafet junto con sus esposas entraron en el arca. Dios envió los animales al arca, las aves y toda clase de reptiles, y Noé y sus hijos los acomodaron y les dieron comida a todos. Después, la puerta del arca se cerró; ya no podían entrar más personas o animales. Días después, empezó a llover como nunca antes, parecía que el cielo se había abierto para inundar toda la tierra; las corrientes se llenaron y los ríos subieron más alto y más alto, que hicieron que el arca empezara a flotar. Toda la gente huyó de sus casas hacia las colinas, pero muy pronto el agua llegó hasta ellas y las cubrió completamente, así que toda la gente se ahogó. Algunas subieron a las montañas más altas, sin embargo, el agua las inundó también. Toda la maldad de la gente se hundió en la tierra donde antes habían vivido. Los animales también se ahogaron, todos por parejo domésticos y salvajes: rebaños, ganado, bueyes, leones y tigres. Hasta los pájaros padecieron ya que sus nidos se los había llevado el agua con la inundación y no tenían dónde encontrar refugio de la terrible tormenta. Llovió por cuarenta días y cuarenta noches hasta que toda señal de vida había desaparecido afuera del arca. Después de cuarenta días dejó de llover, pero el agua se quedó alta por seis meses; y el arca flotaba con todo el contenido en ella por toda la tierra. Dios hizo soplar un fuerte viento sobre la tierra, y las aguas comenzaron a bajar, poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra. Primero se vieron las montañas, después las colinas, y finalmente el arca dejó de flotar descansando en la montaña Ararat.

Noé no podía ver la tierra ya que la puerta estaba cerrada y quizá la ventana estaba en el techo. Sintió que el arca se dejó de mover y así sabía que las aguas ya habían bajado. Después de esperar un tiempo, Noé abrió la ventana y soltó a un cuervo, el cual volaba de un lado a otro hasta que encontró un lugar donde descansar, así que no regresó al arca. Luego soltó una paloma para ver si las aguas habían bajado, pero ésta no pudo encontrar un lugar para descansar y voló de regreso al arca trayendo en su pico un ramita de olivo recién cortada. Así Noé sabía que los árboles estaban creciendo. Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma, pero esta vez la paloma ya no regresó y Noé se dio cuenta que la tierra ya estaba seca. Se asomó por arriba y vio que había tierra a su alrededor. Noé había vivido en el arca más de un año y por eso estaba muy feliz de ver el campo verde y los árboles nuevamente. Y Dios le dijo: “Sal del arca con tus hijos, tu esposa y tus nueras y con todas las criaturas vivientes que están contigo en el arca”.